Ayer estuvimos hablando de las cosas que nos hacen enfadar y casi todos coincidimos en que no nos gusta nada que nos molesten, que nos peguen, que nos chinchen ... Nos enfadamos cuando mamá o papá nos castigan sin ver los dibujos, cuando nos hacen ir a la cama, cuando nos tenemos que ir de algún sitio donde estamos muy a gusto, cuando alguien nos echa las culpas de algo que no hemos hecho... Entonces... ¡bruuuummm....! algo nos ocurre por dentro que nos hace ponernos muy muy furiosos. Nos entran ganas de gritar, algunos hasta tienen ganas de correr, a otros les entran ganas de llorar, a otros de patalear... y se nos pone una cara... Vaya cara!
Pero luego se nos pasa pronto, ¿verdad? Andrea y Pablo decían que se les pasaba sólo si les piden perdón, otros niños decían que les dura un poquito y a veces se tienen que ir a otro cuarto a esperar a que se les pase, otros simplemente necesitan un abrazo, otros sentarse a pensar...
A veces, nos enfadamos tanto, tanto, que hasta se nos olvida por qué estamos enfadados, entonces nos entra hasta la risa, y se nos pasa el enfado como por arte de magia.
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